¿Por qué lloran los bebés?
Éste es un interrogante largamente repetido a través
del tiempo. Cada vez se intenta, sin embargo, dar respuestas más científicas.
Si
antaño el llanto de los bebés se tomaba como una manifestación evolutiva
incapaz de crear preocupación alguna, no ocurre lo mismo hoy. El llanto se ha
transformado en un rico elemento para ser investigado, desde ópticas bien
distintas aunque todas interesantes. A nivel pediátrico, por ejemplo, el
llanto, más aún, sus tonalidades, frecuencia y duración, constituyen un dato
semiológico de gran importancia.
Algunas hechos de observación
corriente, como la ansiedad que despierta en su mamá el lloro del bebé, han
pasado a ser en los últimos años, hechos de interés científico. Notables
comprobaciones se han realizado respecto de la repercusión del llanto del hijo
en la madre y posteriormente a la interacción que ambos protagonizan, sus
consecuencias para el apego madre-hijo. Fisiológicamente, el llanto del bebé,
motiva la erección de los pezones maternos, prueba de maternidad que hubiera
ahorrado esfuerzos al rey Salomón en su tiempo. Ciertamente, esta respuesta
solo es producida en la madre biológica del pequeño. Pero este es solo un dato
revelador, que no agota la manifestación de una ligadura muy profunda en la
relación de la madre y su niño, a través del llanto.
A
nadie sorprende que la cuatro categorías básicas adjudicadas al llanto: hambre,
dolor, sueño, molestia, hayan sido detectadas por las mismas mamás. Y aún más
llamativo resulta que sea una capacidad materna espontánea y universal la de
distinguir, sin ningún entrenamiento previo, estas calidades del llanto en el
propio hijo. Las madres primerizas, por ejemplo, “aprenden” con asombrosa
rapidez a identificar el tipo de llanto con la causa que lo provoca, mientras
un ajeno o aún el propio padre, que perplejo ante su incapacidad para realizar
tal distinción.
LLanto y Risa
Dos máscaras, una con el rostro del
llanto, la otra con el rostro de la risa, simbolizan al Teatro, como expresión
total del Hombre. Es que, tragedia y comedia, llanto y risa, son privativas de
lo humano. No existe otra criatura viviente, al menos en el
planeta Tierra, capaz de la “facies” del llanto o la risa. Aunque gimen
muchos animales y la hiena ría.
Poco
tiene que ver estas comunicaciones con la sonrisa social o la congoja del
llanto humano. Porque, no importa los años transcurridos, el hombre regresará
al llanto como expresión máxima de la pena... o la alegría, cuando desbordantes
e indefinibles los sentimientos que experimente sobrepasen el caudal de las
palabras. Porque el llanto, desde el vagido vital hasta su expresión adulta
está siempre, más allá de las palabras.
LAS EXPRESIONES EMOCIONALES COMUNICAN A LOS DEMÁS
CÓMO NOS SENTIMOS.
La estimulación en el bebé
La Estimulación Infantil es un acercamiento
directo, simple, satisfactorio que le brindan los educadores y permite gozar al
bebé más completamente.
Para entender la Estimulación Infantil, es importante borrar el cuento de que
los bebés solamente comen, duermen y excretan. El arte y la ciencia de
Estimulación Infantil le procura al bebé experiencias que le ayudan al
crecimiento y aprendizaje, no de una manera forzada, sino a través de una
interacción amorosa que nunca falla brindándole placer.
La estimulación infantil es un proceso natural, en el cual la mamá o
quien realiza la estimulación genera en el niño lo siguiente:
- Mejora
en su crecimiento físico, mental, emocional y social.
- Ejerce
un mayor control sobre el mundo que le rodea.
- Sentirá
gran satisfacción al descubrir que puede hacer las cosas por sí mismo.
- Aumenta
el control emocional brindando una sensación de seguridad y goce.
- Amplía
su habilidad mental , que le facilita el aprendizaje.
- Desarrolla
destrezas para estimularse así mismo.
SIGNOS DE SOBREESTIMULACIÓN:
Cómo saber cuándo está sobreestimulado
Cuando el bebé no desea más estimulación, no se le
debe presionar. Los signos son:
- Se puede poner a llorar y no se consuela con la estimulación.
- Sus brazos y piernas se agitan.
- Su cuerpo se contrae y retuerce.
- Hay expresión de angustia en su rostro.
- Se vuelve somnoliento.
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